La renovación del turismo

La renovación del turismo

Por Alberto Barciela 
Miembro de la Mesa del Turismo

La evolución del Covid-19, los rebrotes, la incertidumbre sobre el horizonte final de la crisis -que necesariamente habrá de coincidir con la aparición en fecha incierta de una vacuna efectiva-, hace impredecible la recuperación del sector turístico y, por desgracia, permite prever en el medio plazo cierres empresariales y despidos masivos. Parte del sector sobrevive con clientes de los mercados interiores, ofertas a la baja y comercialización directa on line, pero los datos generales son negativos, escalofriantes y reclaman acciones decididas de orden financiero, fiscal y laboral -esencialmente la prolongación de los ERTE, tal y como acaba de decidir Alemania, hasta diciembre de 2021, ejemplo que ahora parece querer seguir España-. Las ayudas europeas habrán de ser decisivas en la recuperación económica y, cuanto antes, habrá que determinar plazos, procedimientos y condiciones para recibirlas y administrarlas.

La transición del sector turístico se producirá en base a una realidad que aún nadie se cuestiona: el ocio es una necesidad vital y tarde o temprano se producirá la mejoría. Entre tanto, hay que tener pulmón financiero y capacidad de renovarse, individual y colectivamente, fundamentalmente en aspectos que como la digitalización, comercialización directa y prestación de servicios; la conectividad; la sostenibilidad y la eficiencia energética, que tenderá a ser menos costosa y contaminante; la desaparición de fenómenos como la turismofobia o el miedo a volar; la productividad, basada en la formación e implicación en el negocio de los profesionales; la reconducción de destinos maduros; o la puesta en valor de servicios de salud; el rescate de centros históricos urbanos vaciados por la gentrificación; etc.

Estamos ante un sector maduro y consciente de sus posibilidades, dispuesto a las evoluciones incluso no obligadas, un ámbito que conoce y reconoce excesos e incluso sobreofertas, que se ha visto sorprendido a veces por la irrupción de inversiones desimplicadas del entorno -como las derivadas de los fondos de inversión-, legislaciones desfasadas, afanes recaudatorios sobredimensionados por condicionantes suscitados por el descontrol de los medios de transporte, especialmente el aéreo y el taxi, y por una circunstancia de éxito que parecía hacerlo todo fácil, y a la que se sumaron plataformas distorsionadoras, significativamente las de ofertas de pisos turísticos u otras.

En este orden, y entre otras cuestiones de actualidad, la propia ONU ha destacado en un documento específico que «es imperativo reconstruir el sector turístico de manera segura, equitativa y respetuosa con el clima» y que ha de hacerse como generador de «empleos decentes, ingresos estables y la protección de nuestro patrimonio cultural y natural». Al respecto, el Secretario General del organismo, el portugués António Guterres, recalcó que el turismo es uno de los ámbitos económicos más importantes del mundo, ya que proporciona «medios de vida a cientos de millones de personas, impulsa las economías y permite que los países prosperen y que las personas experimenten algunas de las riquezas culturales y naturales del mundo, al tiempo que acerca a los pueblos entre sí, poniendo de relieve nuestra humanidad común».

El documento de Naciones Unidas, basado en los últimos datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), advierte que hasta cien millones de empleos directos en el turismo están en peligro, y que la caída masiva de los ingresos por exportación del sector podría reducir el PIB mundial hasta en un 2,8%. El informe destaca que este ámbito es un pilar esencial de los objetivos y metas del desarrollo sostenible y que los trabajadores y las naciones más vulnerables corren un mayor riesgo.

El informe Covid-19 y la transformación del turismo ofrece cinco prioridades para la reanudación de la actividad, todas ellas encaminadas a garantizar un sector más resistente, inclusivo y neutral en cuanto a las emisiones de carbono. Estas prioridades son:

-Mitigar los efectos socioeconómicos en los medios de vida, en particular el empleo y la seguridad económica de las mujeres.

-Impulsar la competitividad y crear capacidad de recuperación, entre otros, mediante la diversificación económica y el fomento de las Pymes.

-Avanzar en la innovación y la transformación digital.

-Fomentar la sostenibilidad y el crecimiento verde.

-Dedicar mayor atención a la coordinación y al liderazgo responsable.

Las indicaciones son oportunas y los expertos ya señalaban en esa dirección antes de una crisis que sabemos cuándo empezó pero de la que no podemos delimitar un final.

Los estamentos públicos están obligados a propiciar proyectos que respondan desde la profesionalidad, la seriedad y la eficacia a promover proyectos viables basados en el entendimiento del nuevo escenario, de una nueva economía. A eso deben destinarse los principales recursos públicos. Si es así y entendemos la oportunidad, con la llegada de la vacuna en un medio plazo, el mejor destino del mundo, España, pronto podrá ver funcionar a pleno rendimiento a las mejores empresas de un sector de futuro, ligado a la industria que más contribuye a generar felicidad en las personas, riqueza y empleo. Todo habrá de ser mejor que los que conocimos. Hay que ponerse manos a la obra. Ánimo.

Artículo original publicado el 8 de septiembre de 2020 en Diariodesevilla.es, EldiadeCórdoba.es, Diariodejerez.es, Europasur.es y Diario de Cádiz, entre otros.